Hace apenas algo más de 100 días, en Argentina asumía un nuevo gobierno (o regresaba uno no tan nuevo) y los temas sobre los que discutíamos, desde ambos lados de una grieta cada vez más profunda e inútil, eran las nuevas medidas económicas, el recorte a las jubilaciones, la herencia macrista, las causas de corrupción y la justicia, si el poder lo tenía Alberto o Cristina, la deuda, el aborto, etc.
Hoy, nada de eso importa; al menos no por ahora. El mundo se encuentra paralizado por el Coronavirus COVID-19 y cada país intenta combatirlo como puede, con diferentes métodos y velocidades. Lo único cierto es que, en la era de la globalización, hay cosas que no pueden detenerse, y este virus es una de ellas. La debacle económica mundial que esta pandemia terminará de causar es aún imposible de cuantificar, pero eso quedará para más adelante.
A partir de las experiencias de otros países, donde la pandemia llegó antes, el presidente y los gobernadores decidieron adoptar el “Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio” en todo el país por 12 días, a fin de evitar que el virus se expanda de manera descontrolada y colapse un sistema de salud que ya está colapsado desde hace muchos años.
Esta es la prueba de fuego, el examen final, la bala de plata o como quieran llamarle que tenemos como sociedad. De cómo actuemos cada uno de nosotros en este momento dependerá el futuro de nuestros hijos y nietos. En menos de 2 semanas podremos saber con certeza si tenemos una oportunidad de volver a ser una gran Nación, o simplemente dejaremos de serla para convertirnos, también con certeza, en un rejunte de personas que viviremos bajo el principio del “sálvese quien pueda”.
Estamos frente a un momento realmente fundacional de nuestra historia; ante una oportunidad única que Dios y la historia nos ofrecen. Aquí no hay lugar para “el vivo” ni para el corrupto. Debemos volver a ser custodios de la ley y denunciar a quienes no la cumplen, ya no podemos mirar para otro lado.
Desde lo científico, nuestra conducta determinará la cantidad de infectados y muertos por el virus. Desde lo moral, por mucho tiempo resignificará el sentido de pertenencia en nuestra
Lisandro De los Ríos
Gerente de Prograno